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La cosa es, los niños quieren a las abuelas más que a los padres a veces, porque los miman. Lo que no pueden tener con los padres, lo tienen con la abuela. Yo también amaba a mi abuela. [...] Ella era muy piadosa. Y su vida era tan simple – sólo una cama y una hamaca al lado y un pequeño horno para cocinar, a un lado, con leña, madera o ramitas, ramas secas que encontraba. Y una urna para poner agua, eso es todo. Yo le ayudaba a acarrear agua del pozo. [...] Y ella era mayor, así que la ayudaba a acarrear agua. Y luego le leía historias que le gustaban. [...]
